domingo, 20 de mayo de 2012

Docentes advierten dificultades para enseñar a la nueva generación de niños.

El investigador Estanislao Antelo planteó que la sociedad sospecha de la legitimidad del educador y que éste busca jubilarse prematuramente. Docentes analizaron su trabajo en medio de un proceso de transformación con la nueva generación que los obliga a cambiar sus prácticas.Cada vez que asoma un paro, es habitual escuchar a algunos padres decir que los docentes no trabajan lo suficiente; que cuando se detectan casos de violencia, el maestro ya no tiene autoridad y que la es-cuela no enseña valores; y que el alumno ya no es más alumno, sino niño.
“¿El docente debe tener una personalidad especial para desempeñarse como tal? ¿Está preparado para trabajar con esta nueva ge-neración de niños y adolescentes? ¿Qué es lo que desea el docente?”. Estas fueron al-gunas de las preguntas y los temas que analizó ayer un nutrido grupo de educadores locales, junto al investigador Estanislao Antelo en el mar-co de una jornada de capacitación organizada por la Asociación Correntina de Docentes Provinciales (Acdp) en el salón auditorio del Ho-gar Escuela.
El disertante expuso sobre “El oficio de enseñar y el trabajo docente” y “Los problemas contemporáneos sobre la autoridad y educación”. A la jornada asistieron educadores de los niveles Primario y Secundario, quienes luego de la conferencia formaron una instancia de reflexión acerca de su propio trabajo con marcados acuerdos y discrepancias.
El debate se tornó elocuente ya que partió del motivo por el cual los alumnos de-bieran saludar a los maestros cuando éstos ingresan, pasando por educadores que deben enseñar modales o únicamente transmitir conocimientos, a si se aplica un reduccionismo cuando se plantea que los problemas en la escuela son meramente discursivos, y culminando en que la personalidad desplazó al rol del maestro y si éste está capacitado para es-tar al frente de un aula con la nueva generación de niños.
“Generalmente no se ata-ca la especificidad de la experiencia laboral de los docentes, que tiene sus propias reglas”, dijo a El Litoral Es-tanislao Antelo, profesor del Seminario “Problemas Teó-ricos de la Educación” en la Maestría en Gestión Educa-tiva de la Universidad de San Andrés y codirector de Cua-dernos de Pedagogía de Ro-sario.
El especialista explicó que la escuela se encuentra en un proceso de transformación porque existe una “disputa sobre el monopolio de los signos que se van a repartir a las nuevas generaciones”, es decir, “un cambio de paradigma en el vocabulario” a raíz de “una crisis del pedagogo”.

“Pibes” a clasesEl alumno ya no es más alumno. “El cambio importante es la entrada del niño a la escuela que empuja al alumno”, indicó el licenciado.
“En las escuelas ya no hay escolares, sino pibes, niños y jóvenes que nos obligan a cambiar nuestra práctica”, señaló el experto. Esto se de-be a que se desplaza el concepto de “alumnidad”, que estriba en un estudiante a quien, según dicta la escuela tradicional, los padres lo depositaban para que aprenda, para que sea ilustrado, iluminado. Y las anteriores prácticas requerían de sacrificio, entrega, no faltar y vo-luntad por parte del docente, según detallaron.
En la actualidad las aulas se nutren de niños que son sujetos de derecho, a quienes se los trata como personas y en muchos casos como pa-res. “Puede resultar chocante para muchos. Pero hay profesores que hasta dicen malas palabras durante las clases y los chicos se divierten, le prestan atención. Les llega”, comentó una profesora. Otros plantearon que la escuela debe enseñar valores y no sólo transmitir conocimientos.

Jubilados prematuros
“¿Cómo afectan estos cambios nuestro trabajo?”, se cuestionó Antelo. “Las trans-formaciones generan una crisis y ya no se habla más del rol del docente, sino de performance. La consecuencia de eso es que se desgasta porque se está poniendo en juego su personalidad”, detalló durante el intercambio de ideas con los participantes del encuentro.
Ello, además, según expresó el experto, conlleva a una realidad y estriba en un maestro en la búsqueda de una “jubilación prematura”.
Durante el debate, varios docentes plantearon que en-cuentran dificultades para llamar la atención de los estudiantes. “A nosotros nos formaron para enseñar en la vieja escuela”, comentó una de los participantes. Otros hasta recordaron los tiempos de punteros y castigos.
En la actualidad existe un marco jurídico que propende a la no exclusión de los alumnos. Con la Ley Nacio-nal de Educación se aminoraron las sanciones, se eliminaron las expulsiones y priman los reglamentos de convivencia y los pedidos de jornadas extensivas con nuevos espacios curriculares.

Docentes al banquilloEn medio queda la tarea docente, que según señaló Antelo, es cada vez más ma-teria de sospecha. “La sociedad sospecha de la legitimidad del trabajo del docente”, señaló, y en consecuencia, éste “teme de los medios, los padres y los pedagogos”.
Para protegerse de estas transformaciones, Antelo propuso que el docente debe refugiarse en su oficio, en “demostrar ese saber hacer” y exhibir “lo que le causa orgullo”, así como “mantener el amor por su trabajo”. Al tiempo que señaló la necesidad de innovar en las técnicas.
“El problema ya está. Te-nemos que comenzar a sospechar y a analizar sobre todo lo que circula y a revalorizar el trabajo docente”, indicó el investigador que coordinó proyectos sobre la enseñanza en el Nivel Se-cundario. Y la mejor manera de hacerlo, según planteó el especialista a este diario, es “mostrándole a la sociedad en qué consiste nuestro trabajo”.
Fuente: EL LITORAL