viernes, 18 de septiembre de 2015

La educación en los tiempos de Juan Pujol 1853 – 1859 -PRIMERA PARTE-

Carlos María Vargas Gómez Presidente de la Junta de Historia de CorrientesJorge Enrique Deniri Secretario de la Junta de Historia de Corrientes.
Recorte tomado del original del Libro de Actas del Congreso General entre 1846 y 1854, según se conserva en el Archivo General de la Provincia.
Recorte tomado del original del Libro de Actas del Congreso General entre 1846 y 1854, según se conserva en el Archivo General de la Provincia.

Con anterioridad, ya analizamos la circular del 12 de enero de 1853, que sirve a Pujol para elaborar la Ley de Educación Común del 8 de abril de ese año, la primera de una provincia argentina.
La norma, colocaba la instrucción primaria bajo la dirección del Estado, la establecía gratuita, y para ambos sexos en dos tipos de escuelas, las “Elementales”, en las cuales se debía enseñar “por lo menos” lectura, escritura, doctrina cristiana y aritmética, y las “Normales”, que agregaban dogma y fundamentos religiosos, gramática castellana, retórica “epistolar”, reglas de urbanidad y declamación, historia, jeografía (sic) y cronolojía (sic), matemáticas, física y mecánica, dibujo lineal, historia de América y en especial de la república Argentina, teneduría de Libros, elementos de agricultura, vacunación y pedagojía (sic) teórica y práctica y la Constitución del Estado.
Debían crearse dos escuelas elementales, una para cada sexo, por departamento, y dos Escuelas Normales en la capital, una para preceptores y otra para preceptoras.
Acorde a los criterios liberales en boga, el estado no controlaba “la instrucción que se diera privadamente a los individuos de una familia”. En las escuelas particulares, se reducía a inspeccionar la moralidad y el orden, sin considerar “la enseñanza” ni “los métodos que se emplearen”.
A los maestros (preceptores), la Ley les exigía tener “buena vida y costumbres”, y demostrar a través de examen o por medio de títulos reconocidos, las aptitudes necesarias. Nadie podía enseñar sin acreditarse previamente ante una Comisión inspectora departamental, acompañando dos “sujetos fidedignos” de buena vida y costumbres.
La educación a cargo de aquellos “idóneos”, la Ley preveía se prolongaría hasta tanto las escuelas normales pudieran proporcionar los maestros, egresados con “el competente diploma de habilitación”.
La idoneidad de estos, por así decirlo, precursores del magisterio, podía comprobarse mediante un examen rendido en base a las pautas establecidas para las escuelas normales, la presentación de “un título literario” otorgado por una universidad, o un certificado de las comisiones inspectoras departamentales.
La Ley inhabilitaba a los procesados por delitos susceptibles de pena “aflictiva o infamante” o hubieran sufrido condenas de esa índole. También a quienes hubieran sido destituidos por causas que comprometieran “la moralidad y costumbres”.
Los “preceptores” disfrutaban de algunos privilegios: Eran exceptuados de todo servicio militar, y cumplidos 10 años en el cargo, de por vida. También se los liberaba de cubrir cargos concejiles o cualquier otra comisión en servicio del estado o de un pueblo, salvo que se relacionase con la instrucción primaria.
Sus salarios los fijaban las comisiones departamentales y, siempre habiendo cumplido 10 años en el cargo, si resultaban inutilizados para su ejercicio como consecuencia del mismo, obtenían una pensión equivalente a una tercera parte del sueldo, jubilándose en las mismas condiciones que el resto de los empleados públicos, previo acreditar su buen desempeño.
La ley también preveía premios anuales por un valor total de $500 a distribuir entre los que más se distinguieran, según reglamentos a implementarse.
Dos años más tarde, el 20 de abril de 1855, Pujol logra sanciona una “Ley Orgánica para las Municipalidades”, imponiéndoles la vigilancia de la moralidad en los establecimientos educativos, celebración de exámenes públicos asignación de premios y presidencia de las evaluaciones. Además, el examen de los aspirantes a la apertura de escuelas, los permisos correspondientes, las visitas de inspección, la destitución de los docentes por indolencia, incapacidad o inmoralidad, el establecimiento de escuelas de artes, oficios y agricultura, el control de la asistencia, obligando a los padres a enviar sus hijos a las escuelas oficiales o particulares y la prevención de castigos crueles e infamantes.
Ese mismo año, la Constitución sancionada el 12 de octubre, consagra la acción comunal directa y exclusiva en relación a la instrucción primaria, la cual impone afirmando que “La instrucción primaria es obligatoria” y también que “los padres de familia están en el deber de hacer efectiva esta disposición”. Al año siguiente, el texto definitivo de la Carta Magna consagra para la provincia de Corrientes, con rango constitucional, la obligatoriedad de la educación primaria, a partir del 25 de septiembre de 1856.
Sin embargo, como tantas otras veces, las reglamentaciones necesarias van a ver la luz bastante después.
Es así que un conjunto de Decretos del 8 de enero de 1857 aprueba el “Reglamento para los preceptores”, el “Reglamento Interno para las escuelas de varones”, y “las Instrucciones para los preceptores”. El “Reglamento Interno de las Escuelas de Niñas”, recién será establecido casi dos años más tarde, por Decreto del 8 de octubre de 1858.
Por razones de espacio, sólo vamos a profundizar en esta oportunidad, en el Reglamento para los “Preceptores” (maestros), por el gran interés histórico de muchos de sus artículos.
Los preceptores estaban obligados a enseñar lectura, escritura, religión, “catecismo político” (la Constitución), aritmética y gramática. Sin embargo, el dibujo, la geografía y los idiomas no eran obligatorios y podían “estipular precio con los padres de familia”.
Tenían que hacer un informe semestral a la comisión inspectora departamental, el 30 de julio y el 31 de diciembre. Las clases comenzaban “el miércoles de ceniza” (entre el 4 de febrero y el 10 de marzo) hasta el “domingo de septuagésima” (entre el 18 de enero y el 22 de febrero). Se daba asueto los domingos y días “de fiesta entera”, el 3 de febrero (Caseros), 25 de mayo, 9 de julio, los días de los santos patronos provincial y departamentales, el cumpleaños del Presidente y el Gobernador, los 8 días siguientes a cada examen público, las tardes de los jueves en Corrientes, y las de los sábados en la campaña.
El horario de clases implicaba tres horas a la mañana (de 7 a 10 en verano y de 8 a 11 en invierno) y tres horas a la tarde (de 15 a 18 en verano y de 14 a 17 en invierno).
Debían presentar sus alumnos a examen público desde el 1 al 15 de diciembre ante la Comisión Inspectora, que fijaba el día y preside, y se invitaba a los padres a concurrir.
Los domingos y “fiesta entera”, reunían a los alumnos en la escuela y los conducían “formados de dos en dos a oír la santa misa”. También los instruían para ayudar a misa designando a dos por turno, los llevaban a cumplir con la confesión y comunión anual y acordaban con el párroco el día, hora y lugar en que recibían la instrucción religiosa.
Debían sujetarse al método y los textos prescriptos, evitar que sus alumnos tuvieran acceso a libros “inmorales e irreligiosos”. Les estaba prohibido dividir a los alumnos en bandos o partidos, o aplicarles castigos físicos. En cambio podían darles tareas suplementarias o dejarlos después de hora, dando aviso a los padres. También estaba obligado a corregirlos en la vía pública. Si un alumno mostraba aptitudes especiales, informaba para que el gobierno pudiera favorecerlo en sus estudios. Para los enfermos, designaba diariamente dos condiscípulos que los visitaran, y en caso de muerte, todos los alumnos con el preceptor a la cabeza concurrían al sepelio.

En definitiva, una escuela “de jornada completa”, ya entonces, que como muchos otros sucesos de la vida cotidiana de aquella época, establecía un calendario escolar jalonado por las pautas religiosas.
Fuente: DIARIO ÉPOCA

CAPITAL - Rajaduras y filtraciones en el cielorraso y las paredes del colegio “Arturo Illia”

Los directivos llevan años reclamando obras al ministerio. Están preocupados de que se agrave la situación ante las intensas lluvias.

Los pronósticos para lo que resta del año e incluso principios del siguiente no son alentadores en cuanto a las inclemencias climáticas a raíz de los efectos que podría acarrear la corriente de El Niño que -según los expertos- será la más devastadora de los últimos años. Ante este panorama, los directivos del Colegio secundario “Arturo Illia”, ubicado en el barrio Laguna Seca, manifestaron su pr ocupación ya que con la llegada de las intensas lluvias podrían incrementarse la humedad, las filtraciones y rajaduras en paredes y techos. Según el rector del establecimiento, Jorge Paetz, el viernes volvió a presentarse en el Ministerio de Educación para reiterar el pedido que ya lleva varios expedientes realizados, pero aún las soluciones no se hacen visibles. Y mencionó que la respuesta de los funcionarios y personal de la cartera es que están al tanto de los problemas de la escuela y que irán a realizar un nuevo relevamiento. Lo cierto es que las paredes y los techos tienen un evidente deterioro por la humedad y las filtraciones, lo que genera un gran peligro tanto para los alumnos como para los docentes que dan actividades en los salones en mal estado. Incluso afirmaron que los días de lluvia hay sectores de las aulas donde no pueden acomodar los bancos porque hay filtraciones importantes e incluso deben colocar baldes para que no se inunden. Por ello volvieron a insistir en el pedido ya que aseguran que cada vez que llueve es imposible dar clases, además de ser muy peligroso porque las paredes y techos tienen rajaduras y filtraciones importantes. También explicaron que por las filtraciones hay salones donde el sistema eléctrico hace cortocircuitos y los días de lluvia los inhabilitan para evitar más inconvenientes. Los docentes remarcaron que volverán a insistir con el pedido de refacciones ya que se hicieron varios relevamientos y no hay soluciones.
Fuente: NORTE DE CORRIENTES

La UNNE contará con el primer Doctorado en Medicina.

18/09/2015 09:20hs -
Se trata del Doctorado de la Universidad Nacional del Nordeste en Medicina, una nueva e importante propuesta de posgrado primera en su tipo en la región. El Dr. Jorge Gorodner manifestó a Radio Sudamericana que la Facultad de Medicina cuenta con recursos humanos y tecnológicos para llevar adelante la propuesta académica. Por la importante demanda, evalúan abrir un nuevo curso en 2016.
La UNNE contará con el primer Doctorado en Medicina
En comunicación con Radio Sudamericana el Director de la Carrera Dr. Jorge Gorodner se refirió a la propuesta académica que brindará la Universidad Nacional del Nordeste. Se trata del doctorado en Medicina que tendrá una duración de 2 años para todos los profesionales interesados.
“Tener un Doctorado en la Universidad, es contar con la máxima expresión académica. Hoy tenemos 46 médicos inscriptos y por la amplia demanda estamos pensando abrir una segunda corte el próximo año”, manifestó Gorodner.
El Doctorado tendrá por objeto el desarrollo de verdaderos aportes originales en un área del conocimiento, que serán expresados en una Tesis de carácter individual que permitirá obtener el Título de Doctor de la Universidad Nacional del Nordeste en Medicina, grado académico de máxima jerarquía emitido por la Universidad y acreditado por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), el cual no modifica las incumbencias profesionales otorgadas por el Título de Grado.
Los objetivos de la Carrera son formar profesionales competentes con el más alto nivel de titulación para la promoción, prevención, asistencia y rehabilitación de la salud respondiendo, de esta manera a la demanda de la región mediante una currícula integral y flexible que privilegie tanto la adquisición de los conocimientos, como el desarrollo de habilidades instrumentales y conductas éticas.
La Carrera tendrá una duración de 640 horas a lo largo de dos años de estudio y un máximo de seis para su culminación. De las 640 horas, 480 son teóricas presenciales y 160 de tutoría para desarrollo de la Tesis.
Autoridades y Comité Académico
El Doctorado en Medicina será dirigida por el profesor doctor Jorge Osvaldo Gorodner, la Coordinadora Técnica-Administrativa será la profesora Amalia Slobayen y el Comité Académico estará integrado por los siguientes profesores doctores: Roberto Hirsch (UBA), Elias Hurtado
Hoyo (UBA), Juan Antonio Basualdo Farjat (UNLP), Ofelia Lidia Zibelman (UNNE), Rosana Maríadel Rosario Gerometta (UNNE), Lorena Dos Santos Antola (UNNE) y Patricia Belém Demuth Mercado (UNNE).
Fuente: RADIO SUDAMERICANA